La sociedad no solo ha cambiado, se ha re-escenificado. Los nuevos tiempos se caracterizan por la velocidad de los cambios que ocurren minuto a minuto.
La ciudadanía no busca intermediarios entre el poder político y ellos. Las redes sociales se han convertido en la nueva televisión, un espacio dónde las masas buscan escaparse. Las personas detestan la liturgia política y sus formas, nadie quiere saber de eventos de partidos políticos, grandes concentraciones, fotos cupulares, las personas demandan otro tipo de contenidos porque la comunicación política no compite con la derecha o la izquierda, compite por la atención de los ciudadanos con Spotify, Amazon, Netflix, YouTube.
La sociedad ha cambiado la forma en que consume la información, y eso aplica para personas de todas las edades. En ese aspecto, los políticos se han quedado en el pasado. Pretenden imponer sus formas (que a nadie le interesan) en vez de insertarse en el actual modelo de comunicación basado en lo entretenido por sobre lo importante. La comunicación se ha vuelto más significativa mientras los políticos pretenden orientarla a lo racional.
Lo audiovisual domina nuestra sociedad, la economía de la atención está definida por las 150 veces que consultamos el teléfono móvil y por el equivalente a los 75 periódicos que consumimos de información cada día. Nuestra concentración se ha redefinido y ha pasado de 12 a 8 segundos. Estamos atravesando una crisis de la atención. Somos vulnerables a la sobreestimulación y el costo cognitivo es alto para la política: a nadie le importa.
A los que hacemos comunicación digital se nos atribuye la trivialización del discurso político. Paradójicamente, nunca antes habíamos recurrido tanto a las redes sociales para comunicar. El auge de la comunicación digital que sobrevino con la pandemia trajo una consecuencia ineludible: dejó obsoleta la comunicación tradicional.
Las personas son ciegas, indiferentes y hostiles a los contenidos políticos, viven encerrado en su propia burbuja y desconectados de lo que pasa en su país, solo se fijan de su metro cuadrado, si a ello le sumamos que la mayoría de los actores políticos son acartonados y no saben hacer uso de las redes sociales, el resultado es que cuándo intentan que su equipo gestione su comunicación se produzca una desconexión, entre lo que la gente quiere y lo que la comunicación del político ofrece.
Las campañas no pueden conformarse con tener una comunicación digital plana, como ocurría anteriormente, las campañas modernas utilizan la lectura estratégica de las encuestas para proponer narrativas simples y fáciles de asimilar que a la gente realmente le resulte importante.
Con el tiempo, las campañas clásicas digitales de publicar y responder fueron mejorándose, con la aparición de campañas disruptivas como la de Samuel García en México han dado lugar a campañas mucho más enfocadas en el entretenimiento que en la política.
Definir cómo modernizar la comunicación digital es una tarea compleja que sigue cocinándose a medida que transcurren más campañas. Institutos como Canvas han ayudado a moldear esta nueva modalidad de comunicación. Hoy en día, sería impensable cursar una especialidad de comunicación política sin una materia dónde enseñen el buen uso de redes sociales en campaña. En este mundo tan dinámico es preciso mantenerse actualizado.
El definitivo arraigo de las campañas digitales modernas en los hábitos de comunicación de Latinoamérica no se ha dado porque los estrategas y consultores digitales permitimos que el candidato nos dicte lo que tenemos que hacer. Con esa actitud, las campañas digitales no terminarán por ser determinantes.
En mi libro “Campañeando” hablo sobre la necesidad y una especie de guía de hacer campañas digitales y consta de tres partes. En la primera me centro en los insumos y materia prima necesaria para poder planificar una campaña digital. La segunda parte está dedicada a la planeación de la campaña política digital. La tercera parte detalla los pasos a seguir en campaña.
Cuando mi libro llegue a tus manos, probablemente estaré experimentando con nuevos métodos, tendencias y sistemas. Así de coyuntural es la política. Las cosas cambian vertiginosa y constantemente en la esfera virtual. Recuerde que no hay que adaptarse al cambio, hay que generarlo.