Por Elliot Coen
Mucho dependerá del trabajo de estas últimas horas de los candidatos y sus equipos de campaña para evangelizar indecisos. El convencimiento es más al corazón que a la razón, nos guste o no, el voto, al final de cuentas es emocional y pasa, principalmente, por una decisión de índole moral: ¿En quién confio?
Si hay algo en que todos los costarricenses estamos de acuerdo a pocas horas de elegir un presidente para los próximos cuatro años es que estas elecciones son particularmente raras, muy raras.
En conversaciones entre amigos, familiares, compañeros de trabajo o de estudio se escuchan muchas hipótesis que tratan de explicar este fenómeno. Como muchos me he unido a estas deliberaciones con mis propias consideraciones. Hoy les quiero compartir a los lectores mi hipótesis. Espero que les ayude a explicar este fenómeno.
Hace 4 años a estas alturas el país estaba dividido. Las elecciones se convirtieron en un cuadrilátero donde dos boxeadores se lanzaban golpes insistentemente. Las elecciones se definían entre dos candidatos, los dos Alvarado.
La decisión del voto se tomaba sobre posiciones morales que cada uno de los costarricenses podíamos tener sobre los Derechos Humanos, particularmente sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo, el aborto y también sobre el respeto a la Virgen de los Ángeles, nuestra «Negrita».
Esa pelea la llevamos a nuestros entornos íntimos. En los grupos de whatsapp de amigos o familiares la discusión era tan intensa como la que libraban los dos Alvarados: Fabricio y Carlos.
En las redes sociales los memes pululaban haciendo mofa de uno y otro. Este “pleito” resultó sangriento, doloroso. Personalmente me sentí afectado a tal punto que hoy, he decidido no opinar de política, o lo hago con muchísimo recato, en aquellos grupos donde sé que mi opinión es distinta a la de la mayoría.
Ese silencio autoimpuesto es el que creo, que también han adoptado los indecisos que representan alrededor de un 40% de los electores y que muy bien podrían estar ocultando información a las encuestadoras,
A este fenómeno se le conoce como la Espiral del Silencio.
Noelle-Neumann, politóloga y socióloga alemana, autora de esta teoría, dice que el ser humano tiene el don de percibir, con profunda sutileza, el desarrollo de las opiniones en su entorno. De una forma intuitiva los seres humanos llegamos a conclusiones que algunas veces compartimos y otras no. Al propio, algunas personas permanecen en silencio porque intuyen que sus opiniones contradicen a las de la mayoría y creen que hacerlas pública les podría traer un ataque de los demás y, por ello, prefieren guardárselas.
Por ello, en algunos grupos o comunidades digitales en las que participo, me he quedado en silencio, principalmente en aquellas donde tengo familiares y amigos o amigas muy queridos con quienes no quiero polemizar como sí lo hicimos hace 4 años y que causó algunas heridas.
Continúa explicando Noelle-Newman que esta minoría silenciosa (42% del electorado en nuestro caso) entra en una especie de espiral donde los indecisos irían disminuyendo en la medida que la posibilidad de conflicto desaparezca hasta formarse una opinión pública que minimice la posibilidad de rechazo.
La definición de Noelle-Newman de opinión pública es que “está constituida por aquellas opiniones sobre temas controvertidos que pueden expresarse en público sin aislarse”.
Con 6 candidatos con posibilidades matemáticas reales de ser el próximo presidente de Costa Rica los costarricenses estamos temerosos de encantarnos por un candidato y hemos preferidos guardar silencio en el tanto que nuestra decisión se percibe como minoritaria o controversial. Quizás ese temor es una consecuencia más de la mala elección de hace 4 años. El silencio nos protege del escrutinio público sobre nuestras decisiones.
Al igual que en el mar hay objetos que atraen la marea y otros que la expulsan. En esta elección igualmente nos encontramos con candidatos que atraen la marea de indecisos y otros que la expulsan.
Con un círculo verde podemos observar los candidatos que alrededor de ellos forman una centrífuga y pueden atraer indecisos hacia ellos y otros que por el contrario forman una centrípeta que más bien expulsan a aquellos candidatos que se les acerquen e incluso, son capaces de expulsar a aquellos que ya se habían decidido por ello. Estos tienen un halo rojo en el gráfico. Otros candidatos en la atracción de esos indecisos son más neutros o insignificantes y a ellos los hemos destacado con un halo gris.
Este halo que le pusimos a cada candidato surge de la permanente escucha social que llevamos de los candidatos en las redes sociales, datos independientes que recogen información sobre la actividad de los usuarios de Internet en las diferentes plataformas. Gracias a una herramienta podemos determinar el sentimiento que en las comunidades digitales generan estos candidatos. Es así como vemos que Lineth Saborio y Rolando Araya siguen siendo los candidatos que más sentimientos positivos atraen cada vez que son mencionados mientras que Rodrigo Chaves y José María Figueres son quienes más menciones negativas generan. José María Villalta y Fabricio Alvarado se neutralizan ya que tienen igual número de negativos que de positivos.
Dicho esto, sigue siendo cierto lo que expusimos en un artículo anterior bajo el título Que no se repartan nada. En este artículo mencionamos que Lineth Saborio y Rolando Araya eran quienes tenían más sentimientos positivos y, en consecuencia, más posibilidades de crecer y entrar a una segunda ronda, panorama este que se ha mantenido durante estas semanas.
Rolando Araya no tuvo el músculo económico de los otros partidos y por ello no pudo crecer como si lo pudieron hacer otros candidatos, como Eli Feinzaig que a pura billetera ha sacado la cabeza fuera del agua. Lineth sigue en la pelea. Su buen desempeño en el debate de Canal 7 le ha generado una oleada de sentimientos positivos por encima de todos los demás. Un buen poco de oxígeno en un momento muy oportuno.
Del lado de Figueres y Chaves es lo contrario. Principalmente con este último, quien despierta sentimientos negativos muy fuertes como acosador, soberbio, prepotente y nada conciliador, perfil poco atractivo para la mentalidad tica.
Fabricio Alvarado por su parte está haciendo su tarea “by the book”. Muy disciplinado estratégicamente asumió un papel de teatro y lo está interpretando con maestría. Tiene posibilidades reales de colarse a la segunda ronda. José María Villalta también podría, aunque su oferta política no termina de convencer al electorado, genera muchas dudas.
Conforme nos acercamos al cierre del proceso electoral las centrífugas y las centrípetas se van a acelerar. No me extrañaría la centrípeta de Chaves expulsando seguidores hacia otros candidatos no así la de Figueres quien tiene el voto duro muy consolidado y bien trabajado. Por supuesto que estos dos candidatos tienen muy pocas posibilidades de crecer más allá de lo que han logrado hasta hoy.
Sin duda, Lineth Saborío tiene una opción real al igual que Rolando Araya de atraer los indecisos porque, realmente, ambos despiertan simpatías. Una, Lineth, representa seguridad, como mujer inspira estabilidad. Rolando, por su parte, con megáfono en mano, representa el antisistema, el “no más de lo mismo”, a pesar de sus años se le vio energía para sacar este país adelante. Ellos dos plantean los extremos del dilema nacional para sacar a Costa Rica adelante: asegurar o arriesgar, nadadito de perro o salto cuántico.
El voto, al igual que hace 4 años, responde a una deliberación moral que nos hacemos todos en nuestro proceso de toma de decisión. En la intimidad de la urna, estoy convencido que el costarricense, votará por aquellos, que moralmente le parezcan los mejores para gobernar este país los próximos cuatro años. Es que no puede ser de otra manera.
Los seres humanos tenemos una capacidad innata de percibir el crecimiento o debilitamiento de las opiniones públicas. A esa capacidad se le conoce como percepción quasi-estadistica. Tenemos un sensor bajo la piel que nos indica lo que se puede o no expresarse en cada momento. Ese sensor está atento. Esperando percibir el humor social para animarse a levantar la mano por uno u otro candidato.
Mucho dependerá del trabajo de estas últimas horas de los candidatos y sus equipos de campaña para evangelizar indecisos. El convencimiento es más al corazón que a la razón, nos guste o no, el voto, al final de cuentas es emocional y pasa, principalmente, por una decisión de índole moral: ¿En quién confío?